Friday, August 6, 2010

el olvido sin tildes... por Katherine Babtiste

Cinco años de tristesa irrumpían las entrañas de esa mujer que habia conocido el amor por primera vez a los treinta cuatro años, era un retrato de Ana Karenina, sin el sacrificio de un suicidio de libertad, ella habia decidido recordarlo cada instante de su nueva trayectoria sin el, lo pensaba al amanecer mientras los pajarillos la distraian del mundo real, y al llegar la noche lo imaginaba a su lado dormido, veia su rostro una y otra vez declararandole el amor eterno como esa ultima noche que estuvieron juntos, en ocasiones despertaba llorando del silencioso escape del sueño.
Recordarle se convertiria en un rito sacrado cada dia de su existencia, cerraba los ojos con melancolia para perder la respiración, como habria de hacer en el momento que sintio esa pasion que sienten los enamorados por primera vez, solamente para abrirlos nuevamente al tormento.
El primer año fue lento, arrieras quemaban su debil corazon, ese año se tuvo que recuprerar de la enfermedad cronica llamada traicion, quedo encerrada en una cueva donde la unica luz que ojeaba por alli era los ojos de una serpiente que venia a dormirla con cuentos de hada cada noche para que no endureciera su corazon del dolor tan fácilmente.
Las hijas vestian de rosa, se rociaban del perfume de Michael Kors y entraban todas las tardes a las 6:33 para llevarles sus tostadas de miel y canela, para asi mantener la dulzura de la madre encendida. Los ojos de la serpiente guiaban las niñas en la oscuridad entre las cuevas hasta llegar al escondite preferido de su ma, siempre la encontraban en el mismo lugar, desnuda y salvaje, asustada de cualquier sentimiento puro que pudiera rondar en su ceguera. Le sonreian pureza, le daban de comer, y después partian, dejando el olor preferido en espera que ella las recordara.
Al año exacto entro un parpadeo de luz, nublandole la vista por unos minutos, creo una candela en el celebro de la salvaje, hasta quedar rendida y colapsar, al despertar se encontro con una viejita que vestia pollera y olia a golloria recien hecha, levantate, le susurro al oido, que la miel esta perfectamente caliente, tu sabes, cuando no te quema. Esa noche salio de la cueva.

Con espiritu de una mala perdedora salio a rondar el beneficio de ser independiente, de ser industrializada y ser dueña del patente. Se convirtió en una maquina de acero inoxidable, una de esas que exige mucho cuidado, pero realmente se interpreta como dura y confiable.
Encontro un dueño que la compro, se la llevo a pasear entre caballos, tacones, y canchas, encontro la irrealidad de los que tienen modigliani sonriendose del avaro que lo mira constantemente.
A diario conversaba con modigliani de la existencia, de sus dueños pasados, como habian sido? Le conto que casi todos habian sido miserables, aunque exageradamente consentidos. Excepto su segundo dueño que se habia enamorado de una escritora, era un profesor solitario que nunca se habia casado, tenia 53 años y vivia en Toledo, España.
La habia conocido 10 años antes de enamorarse de ella, ella habia sido alumna de el, un dia dejo de ir a clases y paso una decada hasta el dia que se la topara nuevamente. Era en una feria de libros que se encontraron, el levanto un poemario de ella, mientras leia, una voz le sorprendio, ¿qué le parece profesor?, me parece que le faltan las tildes, contesto. Esa misma noche la trajo a casa, ella entro con un saco al hombro que contenia 23 poemarios aun sin vender, los solto y antes de que cayeran al piso, levanto su mirada hacia mi, y le dijo al profesor; ¿quiero que saques uno por uno las hebras de cabello que han sido dejadas en tu cama por otras que han estado antes de mi? y cuando hayas terminado, me vienes a buscar para amarte mi vida entera, por mientras me quedare de bajo de este cuadro, se acosto y cayo rendida.
La mañana siguiente se desperto con el ruido del profesor, estaba armando sus poemarios en un librero, ¿qué haces? Dijo ella, estoy guardando tus libros, acabo de terminar no hace ni un ahora de sacar todos las hebras de mi alcoba. ¿Y no has dormido? no, te armare un espacio junto a la ventana, para que puedas oler el eucalipto del arbol que adornara tu inspiración, tambien podras escuchar el rio tajo y las tantas historias que pasaran por ella.
Ese dia se paso todo el dia cuidadosamente armandole un universo para que ella pudiera crear tranquilamente, les demoro un dia enamorarse. Cada noche el tomaba un poema se lo leia y después le pedia que ella le contara la historia del mismo, de quien era, porque lo habia sentido, si habia llorado al escribirlo. Cada noche, ella paciente, le contaba la historia, le jalaba los pelos de la barba mientras hablaba y al terminar le mordia el labio superior tiernamente pero suficientemente apasionada para sacarle sangre, al ver la sangre, pasaba su lengua para sanar la herida.
Ese rito siempre terminaba con una mudanza de hebras en la cama, tanto era que cada mañana, armaba una peluca generosa de cabellos pomposos y sedosos, que donaba a las damas calvas que habian mudado sus hebras en ocasiones donde el amor era inexistente, ya que el abono de cada hebra para volver a crecer era el cariño, la pasión, y la ternura que impregnaba cada encuentro intimo, y sin esas cualidades morian sus hebras de tristeza.
Ella escribio 402 poemas y 33 libros antes de morir en los brazos de mi dueño.

Ya habian pasado dos años, y aun su corazon sangraba, pero encontro esperanza en la pareja de modigliani, y su corazon estaba lejos aun de perder el optimismo de lo que la apasionaba, el amor.


Ese año la paso caminando entre nubes de choo hasta caer en espiral dentro de una fotografia con un angel de bocas oscuras. Subiendo unas escaleras que aparecia en la foto, cayo y desperto en el vaticano, con las obras de miguel angel jugando wii con ella. Al cansarse de la escena, salto, y cayo en las praderas de la toscana entre uvas, se acosto a comer una por una con toda la calma del mundo. Alli fue donde le llego su primer rey, tenia cabellos enrulados, el era el dueño de la siembra de uvas.
Asustada comenzo a correr…

Continuara… sin tildes.

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