Sunday, May 2, 2010

AULLIDO DE LOBA BRUJA - POR MI AMIGA Y BRUJA MONICA MIGUEL FRANCO

Muchas mujeres murieron para que yo pudiera llevar este título con orgullo. Y muchas que hoy en día se consideran feministas y se niegan a aceptarlo deberían ir tomando conciencia de su validez.

Brujas era las mujeres que se resistían a abandonar sus creencias y a aceptar la nueva religión extraña. Brujas eran las mujeres que se negaban a ceder su libertad y sus derechos y a entregarse a un hombre, o a un dios. Brujas eran aquellas que no querían dejar de poner en práctica los conocimientos que les había transmitido su madre o su abuela. Brujas eran las mujeres libres, brujas eran las que eran demasiado guapas, demasiado feas, demasiado pobres o demasiado ricas. Las que se vestían de rojo, o de blanco, o de azul. Las que no querían condenarse al luto de por vida. Brujas eran las que no se quedaban calladas, las que no bajaban la mirada, las que no agachaban la cerviz para que les pusieran el yugo. Brujas eran las que no se consideraban a si mismas solamente un receptáculo de niños.

Y los hombres, que suelen ser muy cobardes ante una mujer de bandera, prefirieron quemarlas antes que admirarlas. Prefirieron acusarlas antes que escucharlas. Prefirieron matarlas antes que adorarlas. Yo soy una bruja. Lo confieso. Me encantan las brujas. Mujeres inteligentes, mujeres que saben lo que quieren. O que no lo saben y disfrutan el proceso de aprenderlo. Mujeres que no se dejan asustar por una barba, por una mitra o por una amenaza. Soy una bruja, y me dan mucha lástima aquellas mujeres que solo tienen opinión de la boca para afuera, mujeres que se arredran cuando les gritan, y que se ofenden si las insultas. Mujeres que la menor señal de peligro se escudan de nuevo en su sexo, y llorando gimotean que las atacas porque son mujeres. No me puedes pegar porque soy niña. ¡Venga ya!

Esas no son brujas, no insultemos la memoria de tantas mujeres valiosas torturadas y asesinadas llamando brujas a esas pusilánimes. Esas son esnobs a las que les parece muy bonito despotricar contra todo y contra todos pero que no tienen argumentos para defender sus palabras y en cuanto les enseñan la hoguera se asustan y salen corriendo y llorando, negando a su fratría. Qué fácil lo han tenido los hombres durante tantos años, con la simple amenaza de colgarnos el sambenito de brujas, nos tenían a todas calladitas y quietas, levantaban el dedo y señalaban al macho cabrío y muchas temblaban de miedo solo de pensar que las relacionaran con él.

Como los perros de Paulov, notan un escalofrío cuando se sienten amenazadas por la definición, ese meme ha ido transmitiéndose de generación en generación entre algunas mujeres y aún hoy la sola mención de la palabra aquelarre es suficiente para poner a temblar a muchas… ¿O será que lo que no les gusta es la idea de que puedan pensar mal de ellas por participar en las supuestas orgías en las que se afirmaba que las brujas se divertían? Entonces a cosa es más triste, ya que hemos conseguido asimilar el mandato patriarcal de que las mujeres no tenemos derecho al placer y que divertirse fuera de los límites de la más estricta ortodoxia es pecado. ¡Qué lastima! ¡Y qué desperdicio!

De cualquier modo, ninguna mujer inteligente debería sentirse ofendida hoy en día por ser considerada bruja. Librepensadoras y transgresoras, ellas abrieron el camino para que hoy en día nosotras podamos reunirnos en grupos y consumir substancias enteogénicas (léase un par de tragos) mientras hablamos de sexo (bueno, malo o regular) y nos reímos de los hombres (con cariño o sin él, según merecimientos) y no temamos a la Inquisición cuando lleguemos a nuestras casas.

“¡Me ha llamado bruja!, ¡No lo soy!”.. Y efectivamente no lo son, las mujeres que hacen eso, que niegan su aquelarre, no merecen el título de brujas. Son colaboradoras del poder impuesto, y a esas, en algún momento les rapaban el pelo al cero para reconocerlas…

No comments:

Post a Comment